Tormentas Paradigmáticas

Aquellas perturbaciones que se ajustan a mi propia idea mental del concepto tormenta...

martes, noviembre 29, 2005

Claro que podría ser peor.


Podría haber tropezado en el andén justo cuando venía el tren, y haberme caído a la vía. Podría haberse enganchado el borde roto de los pantalones en la escalera mecánica y haberme quedado medio desnuda en la estación, o peor, quedarme irremediablemente atrapada en el mecanismo sufriendo amputaciones varias. Podría haberme olvidado el telefonino, la cartera y las llaves en casa, con lo que no podría entrar, llamar para pedir auxilio ni tampoco ir a trabajar sin la tarjeta de transporte, y me quedaría pidiendo limosna en la calle para poder tomar el metro. Podría habérseme llevado un golpe de viento huracanado, y quedarme enganchada en una antena de móvil, que además a la larga me provocaría múltiples tumores y deformaciones. O peor, podría haberme quedado enganchada en la torre de Collserola, con el frío que hace, provocando interferencias a todas las televisiones de la ciudad.

En lugar de cualquiera de estas desastrosas hipótesis, simplemente se rompió el tacón de mi bota derecha. Claro, podría ser peor. Me di cuenta cuando bajaba las escaleras de la estación de renfe. En lugar de cloc, mi tacón hacía clic. Así que me paré y miré. Horreur, el tacón (uno de esos tacones carrete, bajos y finitos). El interfecto había osado romperse por la mitad, y según como pisaba, se desplazaba lateralmente, dejando ver la varilla de metal que tienen dentro los tacones y desequilibrándome. Je, yo que siempre tropiezo con todo, incluso con los relieves que tienen las aceras, pensé que era mi torpeza la que me hacía trastabillar a cada paso. Pero supongo que podrían pasarme cosas peores que un tacón roto justo el día en que todo parecía salir perfecto y llegaba puntual al trabajo. Así que me di la vuelta con resignación, tras quedarme un minuto pensando de pie en la acera, con cara de desconsuelo y el teléfono en la mano, sin saber muy bien si llamar a los bomberos, a mi mamá o al trabajo. Volví a casa a cambiarme los zapatos, cojeando al intentar no descargar el peso de mi cuerpo serrano sobre el maltrecho tacón. Me puse unos zapatos bajos y con suela fina, a pesar del frío que hace hoy en Barcelona, porque mis otras botas son como altos andamios, muy poco apropiadas para ir a trabajar (véanse imágenes arriba: pues sí, de ese estilo), y volví a hacer toooodo el camino hacia Badalona (que esta mañana ha incluido otros percances cotidianos, como estar quince minutos parados en un túnel sin que nadie explique nada o no poder sentarme en todo el trayecto). Conclusión del día: mi parque de calzado se está reduciendo drásticamente, necesito una tarde de compras con crédito ilimitado o una mamá Imelda muy generosa. Pero bueno, podría ser mucho peor.

CSI Bcn (y II)

Halaaaaaa... hoy encuentro esto en la versión digital de Telenotícies, para cerrar el ciclo de crónica negra iniciado ayer. Qué miedo da que pasen estas cosas en un lugar por el que transitas cada día, es como ver de cerca la brutalidad, como darte cuenta de que no es sólo una realidad para Grissom, Horatio o Gary Sinise.

Barcelona
Ferit greument un home en ser apunyalat per uns desconeguts a la plaça Catalunya de Barcelona
Un home es troba en estat greu a l'Hospital Clínic de Barcelona com a conseqüència de diverses punyalades que ha rebut aquest dilluns per part de dos desconeguts que l'han abordat a la plaça Catalunya. L'agressió s'ha produït pocs minuts després de dos quarts de vuit del matí quan, segons sembla, dos homes s'han acostat a la víctima i li han clavat diverses punyalades al cap i al pit. Els agressors han fugit corrent.
El succés ha passat a la plaça Catalunya cantonada amb la Ronda Universitat, i almenys dues persones han pogut veure els agressors, que han fugit del lloc, i han facilitat la seva descripció als Mossos d'Esquadra. Segons els testimonis, la víctima és un home amb trets estrangers, d'uns 25 anys, ben vestit i que ha caigut a terra enmig d'un bassal de sang. "Estava estirat a la vorera en una postura inversemblant i semblava mort", ha explicat un dels transeünts que s'ha vist sorprès pel succés. Diversos vigilants de seguretat d'una caixa d'estalvis i d'altres establiments pròxims s'han afanyat a socórrer a la víctima, fins que ha arribat l'ambulància que l'ha traslladat a l'Hospital Clínic. Els Mossos d'Esquadra estan investigant les circumstàncies de l'agressió i desconeixen de moment tant el mòbil com la identitat dels assaltants.

lunes, noviembre 28, 2005

CSI Bcn

Ya hace algún tiempo que me di cuenta que salir pronto de casa, con la cama hecha, la ventana abierta, la ropa recogida y habiéndome duchado, peinado, desayunado y maquillado en perfecta sucesión temporal no significa necesariamente llegar pronto al trabajo. Hoy, al llegar a Plaza Catalunya, me encuentro junto a las escaleras de la estación de renfe un coche de policia y un cordón policial como los de las pelis (de esos en los que pone Crime Scene-Do not Cross, en este caso, Mossos d'Esquadra) delimitando un círculo a la entrada de una oficina de La Caixa. Una de esas mantas como de papel de aluminio dorado estaba en el suelo, al parecer sin cadáver debajo, pero con unas manchas marrones escapándose de sus límites. Bien podía ser sangre, pero también caca. Olía fatal, muy, muy mal.

NOTA: Tampoco es tan extraño, los andenes de la estación de cercanías no están precisamente perfumados con Miss Dior. En cambio, y elevemos una alabanza, los ferrocarriles de la Generalitat suelen ser un prodigio de puntualidad y limpieza.

La gente pasaba, callaba y miraba. Esos minutos que van desde las 8:15 a las 8:45 son un momento torpe del día para la mayor parte de los transeuntes, por repeinados y perfumados que vayamos: son horas de ojos medio pegados y de caminar por inercia, de chocar con el que viene, de no reaccionar a tiempo y decir "perdón" en lugar de "gracias" al repartidor de periódicos gratuitos (¿es que soy la única que le pasa?). Así que nadie dijo nada, nadie preguntó nada, y todos nos quedamos con las ganas de saber. Yo, en particular, me perdí en los residuos de mis sueños, que a esas horas todavía cuelgan de mis pestañas con overdose de máscara.

NOTA: Mañana prometo coger todos los periódicos y buscar qué ha pasado, porque en ninguna de las webs de noticias que suelo consultar aparecía nada esta mañana.

viernes, noviembre 25, 2005

Miedos y amapolas


Tal vez me pese en el alma no saber tantas cosas que no sé. Solamente tal vez, me cueste darme cuenta de mis limitaciones. Lo cierto es que no es tan sencillo mirarse al espejo y aprender a reconocerse en ese reflejo lejano. Saber que ese que te mira eres tú y basta. Tampoco es fácil ser consciente de que ese tú de las fotos en las que sales poco favorecido es lo que ven los demás cuando te miran. Mis errores, mis dudas, mis miedos, me pesan en el alma, ponen trabas a la yo que quisiera ser, coartan la libertad de decidir lo que otros ven en mí.

La autoestima elevadísima litiga continuamente en mi interior con un nefasto, incapacitante e innecesario sentimiento de inferioridad. Y nimios detalles deciden hacia qué lado se decanta mi ego a cada instante. Hoy me siento bien con un punto de ánimo elevado próximo a la felicidad, casi todo fue saliendo sin excesivo esfuerzo, cada problema tenía el germen de la solución en su interior, como una flor a punto de estallar en pétalos rojos. Ayer vi en tv el spot de Flower by Kenzo, un perfume que usé durante un tiempo, y cientos de miles de amapolas cubrían el suelo de Caminito. Dani sabe que Caminito es uno de los lugares que más me gustan en el mundo, no por lo que es, sino por lo que significa para mí ese entorno policromado.

Y nada de ordenadores: 200.000 flores artificiales cubrieron el suelo de la calle para la grabación del anuncio, en una apabullante nieve de color rojo. Es esa clase de milagro cotidiano que debería ocurrir cada día de un modo distinto, para no dejar de sorprender al espíritu, para conservar al niño encapsulado en el cuerpo-envase de un adulto.

Los retos del html y la ayuda humanitaria

Gràcies, Enoc, pels teus inestimables tràmits. Ho he aconseguit... ara ja es veu a dalt un altre cop.

jueves, noviembre 24, 2005

Qué triste no saber programar

No sé qué me pasa con el blog desde ayer. La columna lateral (a la derecha), aparece vacía, y todo su contenido está desplazado al pie de la página. He intentado ver el código html de la página, pero no tengo ni idea de qué hice para modificar eso. Buaaaa...

miércoles, noviembre 23, 2005

Por ejemplo, Madrid

He pedido permiso a los chicos (Pluri y Shizuka), y me dejan que cuelgue las fotos que nos hicimos en el viaje de vuelta desde Madrid en un post. Aquí van...

Una bota de Susana fue la mascota de buena parte del viaje...

Un amable camionero nos hizo esta foto después de comer en La Almunia de Doña Godina (de infausto recuerdo...)

Perfiles abstraídos

martes, noviembre 22, 2005

Alea jacta est...


Hace unos días, Enoc, que sabe todo de todo de todo acerca de la tv, me contó en un diálogo básicamente televisivo que cuatro (ese misterioso canal nuevo con programas muy buenos pero que todavía no he asimilado como uno más) ha comprado la miniserie Roma, coproducida por BBC y HBO (de cuyas webs tomo las fotos). En una clase de ficción histórica muy cruda, explícita y realista (que incluye crucifixiones, torturas y orgías) la serie cuenta varias historias cruzadas de amor y poder enmarcadas en el paso de la república al imperio. No es ninguna novedad que los romanos no fueron sólo ingenieros, arquitectos, poetas o artistas, sino que tambien fueron una sociedad cruel, y formaron parte de un sistema esclavista, violento, repleto de excesos y depravaciones. Supongo que esa es una de las razones de la atracción que produce esa época, por lo menos a mí, que soy una morbosa y las escabrosidades me atraen desmesuradamente. Además, los romanos de esta serie están.... mmmmm, qué ricos.

Tengo ganas de verla, sobre todo porque me produce curiosidad comprobar si la polémica que ha creado en UK tiene razón de ser o es una exageración (optamos por lo último, verdad, Cone?). Además, Enoc me cuenta que no se trata de un fenómeno televisivo nada comercial, lo que me da a entender que es una maniobra valiente por parte de la cadena comprarla, y por tanto le añade posibilidades de ascenso en mi escalafón mental.

Y el mismo Enoc también me habla de otra serie nueva de ciencia-ficción, que emitirá pronto Antena 3, llamada The 4400. Todos los abducidos por los extraterrestes a lo largo de años, en concreto 4400 personas, aparecen de nuevo en la Tierra, sin haber envejecido un solo día desde que desaparecieron, y algunos, con extraños poderes. Qué cosas más raras, chicos.

lunes, noviembre 21, 2005

Mocos, incomodidad y disculpas

Me pregunto por qué los días nublados siento más imperiosa la necesidad de escribir. Tengo frente a mí la taza roja del café con leche, unas diez cajas de cosméticos recién llegados, la agenda abierta por la página de hoy y un rollo de papel higiénico, útil para el persistente resfriado que me obliga a sonarme la nariz cada pocos minutos. Esta tarde, noblesse obligue, tengo que estar en un evento/congreso hasta las 20:00, lo que entorpece mi día, y también mis pasos (tuve que calzarme los tacones ya bien temprano). Me vestí a las 8 de la mañana con una camisa de encaje negro y unos vaqueros ajustados, muy adecuada para estar en el stand pero muy poco para viajar en tren, y pasarme la mañana frente al pc de la redacción, así que estoy incómoda, irritable y con ganas de que sea mañana temprano, para enfrentarme a un día normal.

Hace días que arrastro el borrador de un post sobre una nueva serie de tv, de la que me habló Enoc en el messenger. Me está costando horrores darle forma, porque hasta el momento no tuve uno de esos raptos de inspiración que permiten comenzar y acabar un texto de manera fluida. Podría decirse que me atraganté con ese textito, no tengo unos días muy prolíficos, y cómo me jode.

viernes, noviembre 18, 2005

Dos ojos y un resplandor difuso

Inmenso Andrés

NOTA: La foto me la cede Sergi, que es un solete y la hizo anoche desde su lugar privilegiado de fotógrafo de prensa...

Me levanto esta mañana de viernes (viernes de garganta irritada y dolor de cabeza) con las notas de Flaca sonando todavía en mi cabeza. No es el tema de Andrés que más me gusta, pero fue de las últimas que llenaron anoche el Palau Sant Jordi, y recordarlo a la mañana siguiente es como un último latigazo de emoción. Me encanta pensar en la música como algo corpóreo, que llena los espacios, colmándolos e incluso desbordando sus límites. Si comienzo a describir el concierto, corro el riesgo de caer en la enumeración de temas, al intentar evitar los dispendios de cursilería, así que me limito a decir que Calamaro estuvo espléndido, que le puso a cada canción algo especial y que me encantó. Tuve piel de gallina y las lágrimas agarradas a las pestañas durante las dos horas que duró el concierto, pero sobre todo, sobre todo, me sentí feliz. Creo que la felicidad generalmente es retrospectiva, pero en ese momento perfecto, era consciente de sus matices.

jueves, noviembre 17, 2005

Hace días


Hace días que no me siento a escribir nada que valga la pena. No es que normalmente lo que escriba tenga un valor considerable, pero algunas veces sí me sale bien y me sirve para vaciarme de angustias, para disfrutar, en un momento de abstracción y hedonismo, self esteem. Pero hoy me doy cuenta súbitamente de que hace días que no consigo crear una historia, ni siquiera una imagen tenue. No es que lo intente y no me salga, sino que ni siquiera lo intento.

Debería aclarar que no tengo rutinas de escritura, no me siento a la mesa con el diccionario de sinónimos, ordenada y eficiente. Simplemente la primera frase me aparece en la mente como un neón encendido, y tengo que escribirla rápido, y esa frase inicial va tirando del hilo, sacando las demás de la nada, sin apenas pasarme por el pensamiento más de una milésima de segundo. Es una reacción impulsiva y visceral y no meditada y consciente, y tal vez en eso está el error.

Ayer comencé a escribir algo que por la mañana me pareció importante como símbolo, cuando caminaba hacia el trabajo aún con los ojos medio cerrados. Sin embargo, al comenzar, las frases no se sucedieron como acostumbran, y me quedé en un punto dead end. No hay más, hasta aquí hemos llegado. Y lo que es peor, el comienzo acabó pareciéndome una absoluta estupidez, así que ni siquiera lo subí. Estoy cansada, resfriada y apática, sin demasiados alicientes ni entusiasmos. Además, estoy furiosa de un modo indolente y pasivo, decepcionada e infraestimulada.

martes, noviembre 15, 2005

Diversiones estúpidas

En un post anterior, quería ser Lois Lane. Bueno, pues ya lo soy. I'm sorry, Margot Kidder.

Atribulada blogger

Shizuka Sushita, mi compañera de trabajo, también conocida con su antropónimo occidentalizado, Marta, se aprovecha de mi pésimo estado físico y mental y me toma una foto.

Enfermizo martes


Lagrimeo, dolor muscular y articular, dolor de cabeza, mareo, rinitis, congestión nasal y molestias en la garganta. Como si fuera un anuncio de analgésico, así me encuentro este martes feo. Ayer, lunes levemente febril, me quedé en casa, dispuesta a aniquilar el resfriado con el edredón y vasos de leche caliente. Afuera llovía mucho, y me alegré de estar dentro, abrigada con mi manta símil visón y atrincherada en el sofá, pertrechada con el mando de la tv y el de la calefacción, armada con el móvil, los pañuelos y el catálogo de Ikea. Hoy, me he levantado enérgica, sintiéndome resistente frente a los virus tras un día de reposo. Bah, la mujer invencible, pero después voy y me mareo en la ducha, y he tenido que salir de la bañera por patas para no caerme, casi sin enjuagarme el acondicionador (lo que explica el estado de mi peinado en estos momentos). Sin duda soy débil, y mis defensas están diezmadas, mi ejército interior se habrá profesionalizado también y se queda sin efectivos. Uri me da, generoso boticario amateur, un efferalgan de 1gr, lo que me coloca en la misma medida que alivia los síntomas. El señor Imperial está preocupado por que esta oleada de trastornos y catarros nos arruine la noche del jueves con Andrés, que toca en el Palau Sant Jordi, así que aquí andamos, dopándonos con paracetamol para maximizar nuestra resistencia.

jueves, noviembre 10, 2005

Preguntar es saber que no se sabe, y reconocerlo

"La pregunta es la primera manifestación de la inteligencia", dijo el miércoles el profe en la clase del máster, y lo repitió cinco o seis veces, como para anclarnos bien la idea en el cerebro. En el mío, parece ser que se aferró y echó raíces, porque me ha ido rondando todo el día por los pensamientos. Y eso no suele pasar. En esas clases estoy al borde de la catalepsia, después de todo un día trabajando, y los conceptos pasan por mi cabecita quemada (guiño a Nani) solo fugazmente y sin dejar demasiado rastro. Esas luces blancas, que me pican en los ojos, esa obligada atención a discursos generalmente insulsos. Ayer además llovía y me entró agua en las botas, lo que añadía más pereza a la cantidad habitual. Teniendo en cuenta todo esto, y que me pasé la clase comiendo caramelos Solano (menjant caramels, Solano, pots donar fe!) es un milagro que algunos conceptos traspasaran la impermeable barrera de mi distracción.

La principal deformación de un periodista es preguntar, o eso me dicen mis amigos (je, que estoy deformada) cuando pregunto todo sobre cualquier cosa. Por supuesto, eso no implica que ser periodista sea equivalente a ser inteligente, claro que no, pero cuando es un tema vocacional, sí que implica un ansia de averiguar lo que desconoces. Cuando preguntas, es porque eres consciente de las cosas que no sabes, quieres saberlas y reconoces tu ignorancia, lo que tiene que ver con un cierto grado de valentía.

La auténtica verdad es que yo no soy demasiado valiente, ni como concepto absoluto ni respecto a nada, pero la mayor parte de las veces intento no ser cobarde, y no arredrarme, y cada día pierdo una pequeña parte de mi miedo al ridículo, al fracaso y a otras autodecepciones. Quise ser periodista porque de pequeña me enamoré de Clark Kent sin que se quitara las gafas. Yo quería ser como Lois Lane, para mí en aquellos años el paradigma indiscutible de la profesional independiente, de la mujer de mundo que yo quería ser de mayor.

NOTA: Mi relación con el personaje era totalmente de amor-odio: quería ser como Lois, pero me resistía a la idea de ser, al fin y al cabo, una chica indefensa y necesitada de la protección del macho. Quería ser Lois Lane, aunque sin ese look setentero tan modosito y esa imbecilidad/ceguera que le impedía reconocer en Clark al superhéroe que la llevaba de paseo por los cielos de Metropoli y le ofrecía sesiones de sexo tántrico (gracias a los superpoderes) en Kripton. Joder, unas gafitas, una americana y la raya al lado tampoco cambian tanto a un hombre como para no reconocerlo, y la envergadura del chico era indudablemente la misma.

Los hombres intensos

Anoche, cuando llegué a casa, estuve hablando un rato con Alejandro en el messenger. Es un tipo especial en todos los sentidos, complicado, intrincado, tornasolado, de sendas mentales brillantes. La conversación fue tan anormal como lo es siempre, chispeante y un poco amarga, pero siempre con ese punto de encanto que le es tan propio. Hablamos de hombres, de hombres intensos y hombres aguados. Él me habló, claro, del varón porteño y de saber valorar las esencias. Yo le dije que hay hombres que sin querer, te queman, que son contundentes y desestabilizadores, porque les envuelve un aura arrolladora. Y cuando lo dije, lo pensaba de verdad. No hay muchos hombres intensos, y además están mal distribuidos geográficamente: creo que se acumulan en algunas urbes, que se generan por determinados fenómenos sociales, pero no sé, no pensé mucho en eso todavía.

Creo que la seguridad en uno mismo, fruto de la razón, es fundamental para no ser un transparente pusilánime. En la intensidad también interviene la inteligencia, la rapidez de reflejos, la osadía, la semi-entrega, el apasionamiento, el interés por las cosas bellas, la capacidad de emoción... Los hombres intensos para mí son a la vez feroces y tibios, suaves y pétreos. Me pregunto si la intensidad se contagia, como la risa.

miércoles, noviembre 09, 2005

El club de los poetas vivos


Tengo una pecera. Bueno, de hecho, TENÍA una pecera. Una de esas peceras redondas de cristal, de esas en las que cabe mucha más agua de la que parece, con dos peces rojos como únicos ocupantes de ese microcosmos acuático. Raül me los regaló hace cuatro años, en un domingo de octubre, y después paseamos de la mano, antes de irnos a Barcelona. Les llamé Alfonsina y Horacio, por dos poetas que en aquel momento me obsesionaban (tiendo a obsesionarme por las cosas que me enamoran). Todavía sobreviven, desmintiendo los mitos sobre la brevedad de la vida de esas carpitas amnésicas. Todavía sobreviven, y es un auténtico milagro.

Anoche, después de cenar, lavé los platos, limpié las encimeras y los fogones, cerré la bolsa de basura y entré la pecera a la cocina para cambiar el agua y dejarla lista. Horacio llevaba unos días enfermo, en esa actitud semiflotante que tienen los peces al borde de la muerte.

NOTA: Sé un poco de eso, porque después de comprar a los poetas, Raül me trajo un día otro pez, más bonito y no tan rojo, transparente, blanco y pequeñín. Le llamé Federico, porque en esos días tuve un sueño sobre un niño llamado Federico, flaco, de pelo negro y ojos tristes, al que me encontré en una playa. Además, Federico era el nombre de otro poeta. Y bueno, el caso es que Federico murió tiempo después, tras unos días en que no podía luchar contra la flotación, y se dejaba caer de lado, ascendiendo hacia la superficie, con los ojos abiertos y los carrillos inflándose lentamente. Me daba mucha pena, sobre todo después de ver "Buscando a Nemo".

Intentando mejorar su calidad de vida, limpié a fondo la pecera y las piedrecitas, cambié el agua y volví a colocar dentro a los poetas. Después de dejar la pecera en su lugar, en el tercer estante, volví a la cocina para apagar la luz, fregar el suelo y cerrar la puerta (no en ese orden). Cuando ya estaba en la cocina, oí un "shhhhhhhhhhhhhhh", un sonido acuático que nada bueno presagiaba. Me volví, y una cascada de agua caía de la pecera, por un boquete ovalado, con la forma exacta del vidrio de unas gafas. Alfonsina estaba en el suelo coleando, y la mayor parte de mis libros (situados en los estantes uno y dos) estaban empapados, igual que el equipo de música, el suelo, los muebles. El orden de prioridades parece clarísimo, pero estaba tan desconcertada que las piernas me temblaban y no sabía por dónde empezar, no era capaz de distanciarme de la situación y de pensar con claridad, estaba totalmente aturdida, y eso que la tragedia era de una magnitud ínfima.

NOTA: Dios, qué débil de carácter demostré ser, que incapaz de hacer frente a las pequeñas catástrofes domésticas, a la furia de los elementos desatada en un reducto hogareño.

Salvé a Alfonsina agonizante tirándola a un cubo con agua, sequé un poco los libros que ya empezaban a rizarse, y los puse en un lugar seco. Intenté cubrir el suelo menos inundado con trapos y periódicos, absorber las aguas profundas con la fregona, dejar el equipo musical sobre toallas en la mesa. Pero entonces me di cuenta de que el agua había llegado hasta el dormitorio, mojando el cubo de la ropa sucia, la cómoda, los zapatos que estaban en el suelo... ¿cómo puede dar tanto de sí el agua de una pecera? Y justo ahí, en ese mismo instante, me puse a llorar.

Eran las doce de la noche de un martes, que había comenzado perfecto, soleado y bonito. Un martes de mucho trabajo, que había sobrellevado con buen humor. Un martes que tenía buenas perspectivas para la noche. Tenía la casa limpia, la cocina recogida, y no ponían nada bueno en la tele: podía salir y dormir fuera, y también podía ponerme el pijama y sentarme a leer, no pensar nada. Y de repente, una sola variable modificó todo el escenario. Y me obligó a ponerme de rodillas y enjugar el piso.

La moraleja de todo esto es, simplemente, nunca te fíes de un día que comienza con sol. Y el corolario: si comienza con lluvia, cuidado, porque siempre puede ser peor.

martes, noviembre 08, 2005

Vivir, del latín vivere

Esta mañana sí comienza de un modo radiante: el sol entero me estalla en la cara cuando a las 8 en punto entro en la cocina para hacer café. Me gusta cuando en las mañanas frías el cristal de la terraza se empaña por el calorcito interior y puedo sentarme en albornoz tres o cuatro minutos a tomar un café con leche mientras de fondo Cuní me da los buenos días con (invariablemente) malas noticias.

A pesar de todo, el día comienza bien para mí porque los sueños han sido buenos, porque no me costó demasiado levantarme y porque este día tiene pinta de tener cosas bonitas (a Dani tal vez le guste saber que viniendo hacia el trabajo me encontré con Biel). Me pinto los ojos de negro, y me visto con un jersey rojo. Ya sé que llevo un abrigo verde, pero qué me importa combinar colores como en Fraggel Rock, si me siento feliz. Primum vivere, deinde philosophare, escribo en la parte superior del día de hoy en la agenda, con trazos gruesos y letras mayúsculas.

De repente, me viene a la mente una idea: ¿qué pensarían Julio López, Paco Triviño, Nickol y Ari si supieran que sigo con las frases en latín, tantos años después? El día menos pensado llamo a Nickol y lo invito a comer, creo que oír su risa espontánea me haría muy feliz.

Creo que no voy a pensar tanto sobre las cosas, a partir de ahora, simplemente viviré, intentando aprovechar los días para imaginarme que soy feliz. Como le escribí ayer a Marta en un mail, mi filosofía vital de hoy en adelante va a ser una combinación de "let it be, let it flow", "laissez faire, laissez passer" y "carpe diem, tempus fugit". Espero poder mantener en cualquier situación ese equilibrio de impasibilidad e interés, espero que la impaciencia y la ansiedad no venzan mis buenos propósitos y espero también impermeabilizarme y ser capaz de ser una persona mesurada y equilibrada, por primera vez. Un día me levanté con la súbita conciencia de que las pasiones no son buenas de la manera en que tiendo a administrarlas.

Por cierto, mientras escribo este post, me muero de ganas de escribir a las chicas, contarles cómo de entusiasta estoy esta mañana, pero recuerdo a tiempo que Marta hoy está en Bruselas, y que si Alda no se ha conectado todavía es porque está de rodaje fuera de la oficina.

lunes, noviembre 07, 2005

Navego ergo sum

Dando una vuelta por otros blogs, encuentro uno de un chico chileno, Chanchadas (http://anrasodu.blogspot.com/). Me causa mucha gracia uno de sus posts, que habla de fobias, según un artículo que encontró en una revista, y que hace una larga lista de miedos extraños que tiene la gente. No puedo resistirme a copiarlo:

Acerofobia: Miedo a las cosas ácidas.
Aeronausifobia:Miedo a los resfriados.
Agirofobia: Miedo a cruzar la calle.
Aliumfobia: Miedo al ajo.
Anquilofobia: Miedo a ser enyesado.
Araquibutirofobia: Miedo a que se incrusten las cáscaras de los maníes en el paladar.
Bolsefobia: Miedo a los bolcheviques.
Bromidrosifobia: Miedo a oler mal.
Catagelofobia: Miedo a hacer el ridículo.
Catisofobia: Miedo a sentarse.
Cipridofobia: Miedo a las prostitutas.
Copofobia: Miedo a fatigarse.
Corofobia: Miedo a bailar.
Deipnofobia: Miedo a las conversaciones en las cenas.
Deshabiliofobia: Miedo a desnudarse ante alguien.
Didascaleinofobia: Miedo a ir a la escuela.
Emetofobia: Miedo a los vómitos.
Eritrofobia: Miedo a ruborizarse.
Ergasiofobia: Miedo a ser sometido a una operación quirúrgica.
Estigiofobia: Miedo al Infierno.
Eufobia: Miedo a las buenas noticias.
Fagofobia: Miedo a comer o a ser comido.
Falacrofobia: Miedo a quedarse calvo.
Filemafobia: Miedo a los besos.
Fobofobia: Miedo a tener miedo.
Gamofobia: Miedo al matrimonio.
Geliofobia: Miedo a la risa.
Genufobia: Miedo a las rodillas.
Gerascofobia: Miedo a envejecer.
Gnosiofobia: Miedo al conocimiento.
Grafofobia: Miedo a escribir a mano.
Hagiofobia: Miedo a los santos o a las cosas sagradas.
Hamartofobia: Miedo a cometer pecados.
Hedonofobia: Miedo a sentir placer.
Hipopotomonstrosesquipedaliofobia: Miedo a las palabras largas.
Homiclofobia: Miedo a la niebla.
Homilofobia: Miedo a los sermones.
Iatrofobia: Miedo a acudir al médico.
Iofobia: Miedo a ser envenenado.
Leucofobia: Miedo al color blanco.
Levofobia: Miedo a la parte izquierda del cuerpo.
Lisofobia: Miedo a volverse loco.
Lutrafobia: Miedo a las nutrias.
Megeirocofobia: Miedo a cocinar.
Medomalacufobia: Miedo a perder una erección peneana.
Medortofobia: Miedo a tener una erección peneana.
Metrofobia: Miedo a la poesía.
Mnemofobia: Miedo a los recuerdos.
Nomatofobia: Miedo a los nombres.
Nostofobia: Miedo a volver a casa.
Octofobia: Miedo a la figura del número ocho.
Ommetafobia: Miedo a los ojos.
Oneirogmofobia: Miedo a los sueños húmedos.
Ouranofobia: Miedo al firmamento.
Panofobia: Miedo a todo.
Parascavedecatriafobia: Miedo a los martes 13.
Partenofobia: Miedo a las vírgenes.
Pogonofobia: Miedo a las barbas.
Proctofobia: Miedo al recto o a los dolores rectales.
Rabdofobia: Miedo a ser severamente castigado con una vara.
Ripofobia: Miedo a defecar.
Ritifobia: Miedo a las arrugas.
Rupofobia: Miedo a la suciedad.
Selenofobia: Miedo a la Luna.
Siderodromofobia: Miedo a los trenes.
Sinistrofobia: Miedo a coger cosas con la mano izquierda.
Sofofobia: Miedo a aprender.
Soquerafobia: Miedo a los familiares.
Tafefobia: Miedo a ser quemado vivo.
Tapinofobia: Miedo a ser contagioso.
Teleofobia: Miedo a los planes definitivos.
Teratofobia: Miedo a cuidar a un niño deforme.
Tricopatofobia: Miedo al pelo.
Tripanofobia: Miedo a las inyecciones.
Urofobia: Miedo a la orina o a orinar.
Venustrafobia: Miedo a las mujeres hermosas.
Vestifobia: Miedo a vestirse.
Xantofobia: Miedo al color amarillo.
Zelofobia: Miedo a la envidia.
Zemifobia: Miedo a los topos.

Me doy cuenta de que se puede tener miedo a todo, de que tengo suerte de tener sólo unas cuantas de estas, y que las que tengo no llegan a ser graves. Ser rupofóbica, eritrofóbica, lisofóbica, catagelofóbica y copofóbica no es nada, en realidad. He aprendido que Raül es teleofóbico y nostofóbico, y que siempre sería peor que fuese soquerafóbico, hedonofóbico o araquibutirofóbico. Y después de escribir palabras tan largas, tengo una duda inmensa y angustiante: ¿el sufijo correcto es -fóbico o -fobo?????

Introspecciones

No hay nada peor que la cobardía disfrazada de inevitabilidad. Eso es lo que he pensado hace unos dos minutos, volviendo a ciertos recuerdos inconexos. Lamentarse de que las cosas no ocurran, decir "si te hubiera conocido antes", por ejemplo, es ser cobarde, apelando a un estado pretérito que modificaría los conceptos, en caso de que el contexto actual irrepetible pudiera transplantarse a un pasado hipotético. Mentira. Eso es ser cobarde. Cuando algo se quiere, debe quererse, y no defenderse de la osadía alegando imposibilidad. Y si algo no se puede, es que tal vez no se quiera en realidad.

Yo creo en los deseos intensos y efímeros, creo en esos instantes redondos en que las voluntades se imponen a todo. Creo en querer y en no querer, pero no en querer y no poder por imposibilidades propias. Creo en la honestidad con uno mismo, en no mentir nunca hacia adentro. Hacia afuera, la mentira es todo un arte, pero introspectivamente, es miserable.

Continuo no lleva tilde

Esa clase de errores involuntarios (¿todos los errores lo son?) me acongojan. Me molesta releer un post y ver uno de esos lapsus teclae (no es linguae, ni boligrafi, sino teclae). Y ya está, hasta aquí el breve inciso con visos de disculpa.

Hoy me levanté perezosa y contenta. Un solo dedo gordo asomando bajo el edredón nórdico hizo las funciones de termómetro ambiental: coño, qué frío. Rayitos finos de sol se colaban por las ranuras de la persiana. El suelo estaba helado mientras tanteaba en busca de una babucha y el despertador amarillo nunca se cansa de sonar con ese ruído como de grúa. He dormido y soñado bien, de esa manera apacible y feliz que te hace amanecer con buen ánimo, aunque sea lunes. Creo que tengo el alma sosegada, creo que estoy desandando el camino del nerviosismo que hace semanas que seguía. Me da que regreso a mi estado natural, entusiasta y positivo a medida que el agobio abandona mi mente: parece que el riego sanguíneo llega a zonas de mi cerebro que últimamente sobrevivían poco irrigadas, más bien secas. Estoy prefiriendo al color verde por encima de otros tonos en los últimos días, cosa extraña, y me gusta el olor a limón que hay en mi casa. Hice feng-shui de armarios y cajones, lo que estabilizó mis pensamientos, y ahora rego las plantas casi cada día, a ver qué pasa. Me doy cuenta que tengo muchos zapatos y muchas bufandas, pero un solo par de guantes. Creo que necesito unas gafas de sol de invierno, pero es una compra que pospongo, por lo innecesario de esa necesidad autocreada. Este fin de semana pasado estuvo bien, con su equilibrio de ocio alcohólico, ocio simple, paseos, trabajo, exaltación de la amistad, comida hipercalórica y sueños agitados. Además, hizo bastante frío, lo que devuelve algo de normalidad a este imprevisible clima. Tengo como la sensación de que las aguas vuelven a su cauce, sea cual sea ese cauce.

viernes, noviembre 04, 2005

Viernes gris al 10%

De hecho, negro en un 10%, que da lugar a un cielo gris pálido y neblinoso, que no se atreve a ser blanco por los pelos, pero que tampoco transgrede tanto la norma de dejar pasar aunque sea un poco de sol. Esos audaces rayos furtivos que se escapan y se aplastan ahora mismo contra el edificio de enfrente, manchando de amarillo la pared ocre. Si alguien niega que ya es otoño, puedo mostrarle ese cielo opaco, de un gris contínuo, y también el aroma de castañas asadas, que va intrínsecamente unido a mi idea de otoño. Sin embargo, esta clase de bochorno pegajoso y este calor adornado por ráfagas de aire frío no se deciden y se alternan en un sube y baja feroz de mangas, lanas y algodones.

A medio escribir un artículo vano, me doy cuenta de que mi estado de ánimo tiñe cualquier cosa que produzco, sea una anotación en la agenda, una entradilla o la reseña de un nuevo cosmético. Me pregunto si todas las personas son así de egocéntricas e introspectivas. Me pregunto si cada vez me vuelvo más autista y centrada en moi même. Creo que sí. Y además, empiezo a creer en ese mito de los que viven solos y se vuelven locos, maniáticos, presos de rutinas enfermizas, como esas viejas rodeadas de gatos y basura que todos tenemos en mente. En mi defensa, diré que no me gustan demasiado los gatos, y también que me decantaría más bien hacia el tipo de vieja que no toca nada por miedo a los gérmenes, que lava hasta las paredes con lejía y no sale de casa sin mascarilla y guantes de látex. Llevo apenas tres meses como dueña y señora de mi reino de 45m2 y cada día crece mi aversión a las visitas que imponen su propio orden o su idiosincrasia espacial en un lugar que se rige única y exclusivamente por mis normas. Generalmente, disfruto de mi soledad, de mi orden, mi entorno, y mi silencio, aunque a veces, abrir la puerta al llegar y que adentro esté oscuro me entristece. Tampoco me gusta levantarme y que media cama esté intacta (aunque últimamente ya no me pasa, je, me acostumbro poco a poco a que es toda mía), o esa ansiedad que tengo a veces de hablar con alguien. Como cosas positivas que me permitan acabar este post con el ánimo elevado, añadiré que vivir sola me ha permitido convertirme en un ser más valiente, que no teme enfrentarse a monstruosos insectos, armada de insecticida y una letal zapatilla, y que es capaz de hacer cosas para las que antes necesitaba ayuda, como bajar una maleta del altillo, o cambiar la bombilla del rellano. Autosuficiente, eso es.

jueves, noviembre 03, 2005

Últimamente me pasa

Últimamente me pasa que no me fijo demasiado en el mar que parece un espejo cuando llego a Badalona cada mañana, y que merece una mirada sólo por ser un mar liso que refleja el sol que acaba de aparecer. Sobre un mar así no debe resultar tan difícil caminar sobre las aguas. Últimamente me pasa que si en el tren no tengo un libro para aferrarme a sus letras y dispersar la mente en esos momentos de tiempo muerto, una congoja inexplicable se me sienta en el hombro, me acolcha las entrañas, encogida como un parásito intestinal, y ya la tengo ahí para el resto del día, angustiante y paranoica. Últimamente me pasa que cuando caigo en la cama me duermo sin tener tiempo de pensar, lo que es bueno y malo a la vez, porque pensar mucho es malo, pero no pensar es mortal de necesidad. Últimamente, mis horas son un séquito de tareas pendientes desfilando frente a mí, tan pegadas entre sí que no se ven los resquicios. Últimamente, no me encuentro demasiado bien, aunque el colorete rosa bebé me alegra la cara, y el color rojo del pelo es como un grito cromático.

También últimamente, mi alma se nutre de pequeños detalles, sin tiempo para pasear por el Born, mirar el triángulo azul del cielo o cerrar los ojos frente al sol y disfrutar de las chiribitas en mis párpados cerrados. Hoy me nutro y cargo las pilas de mi entusiasmo con cosas insignificantes: como los croissants de chocolate que Merce trae algunas tardes, como mi nuevo flequillo o perder un minuto escribiendo en el blog. En ese orden de cosas supérfluas, debo mencionar que hoy me compré una manta nueva para el sofá. Finge ser un visón (negro, brillante, sedoso) y me encanta ese detalle como de lujo en mi casa llena de muebles de Ikea, con tantos colores como una bandera del orgullo gay y tan poco glamourosa como un cómic. Se me ocurre que si fuera un hombre, sería una drag queen: cómo me gustan las cosas que brillan, las cosas que son suaves, las cosas con plumas, las cosas de colores intensos, cómo me gustan las medias de red, la purpurina, el maquillaje, el cava en copa flauta, la manicura perfecta y la piel blanca y cremosa. Sólo dos sentidos me detienen en mi afán de interiorismo naïf: el común y el del ridículo.