Saturday night fever
Me apetece una de esas noches escasas que brillan por sí solas, donde los minutos se desprenden uno tras otro, sin hacer ruido, fluyendo elásticos y luminosos como las burbujas fosforecentes que ascienden en una lámpara de lava. El reloj olvidado en casa, accesorio inútil; los zapatos de tacón altísimo en la mano, innecesarios según donde y según con quien; la mirada turbia y el rimel corrido, ríos de alcohol y lágrimas de risa. Deseo amanecer sin tener que madrugar y que un vago recuerdo me diga que lo pasé bien, que breves destellos de las horas pasadas se columpien frente a mis ojos pegados de sueño y resaca. Me apetece mirar, reír, bailar y luego recordarlo todo entre brumas, como imágenes de una película, con saltos temporales, fundidos a negro, planos encadenados y una soberbia banda sonora. Necesito esa fiebre y esa palpitación. Un día. Sólo un día.
2 comentarios:
Y tal vez, cuando menos lo esperes
Lo espero continuamente, trataré de esperarlo un poco menos a ver si entonces...
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