Next station
El sábado estaré allí de nuevo. Junto a la escalera mecánica de la estación, de pie y con el bolso colgado del hombro derecho, cambiando mi peso de una pierna a otra, con el corazón aleteando y una impaciencia creciente. Quedarán apenas unos minutos para que llegue el tren y él suba con su maleta hacia mí, y esos instantes últimos antes de abrazarle serán los más apremiantes y más duros de una semana que en sí ya habrá sido bastante insoportable.
Sé que le besaré mucho, y también que nunca me parecerá suficiente. La sed, el hambre y la necesidad de su cuerpo no se sacian, es más, parecen volverse más grandes y más imperiosas a medida que pasan las horas. Y el domingo, bastante tarde, a punto de apagar la luz de la mesilla de noche, darme la vuelta y abrazarme a él, me preguntaré con ansia cuándo mierda dejaremos atrás las despedidas y empezaremos las rutinas.
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