Necesito algo que no acierto a describir
El mar parece espolvoreado con purpurina a media mañana, chispeando con miles de puntos de luz en mitad de un frío muy poco primaveral y un sol muy nítido y brillante. Mirarlo desde la ventana del tren me resulta refrescante y evocador a la vez, aunque no soy una de esas personas que necesitan vivir cerca del mar o adoran la playa o toman mucho el sol. Me hace pensar en las cosas perdidas, y en las que no alcanzo. Me recuerda un tiempo libre que deseo, unos momentos que necesito. Tener hambre de todo me resulta doloroso.
Hoy escribo en mi libretita sobre cosas que en realidad no importan y disfrazan el tema realmente importante, y descubro que mi mente tiene un funcionamiento circular: aunque se vaya por derroteros extraños, vuelvo todo el tiempo al punto de partida. Mi punto de partida es un refugio tibio, un recuerdo de color crema que se almohadilla con tela suave, acogedor. Quiero volver a ese instante, o a uno parecido, para vivirlo más si cabe.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio