Happiness in a bottle
Se ríe, y su risa me salpica con gotas sonoras de alegría, destellos breves y cristalinos del niño que fue, iluminando los instantes realmente claves en nuestra existencia, esos tan escasos que pasamos juntos. Subtitulamos y entrecomillamos las frases que nos sonrojan, nos miramos y el mundo se transforma en una bruma espesa, algo desdibujado que nos envuelve pero que pierde relevancia a cada pestañeo. Eso, sólo eso, su risa y mirarle, es pura dicha. Porque al final, necesitarle es mucho más que no tenerle y desearlo. Necesitarle es sentir que los días sin él son migajas inútiles de tiempo, obstáculos absurdos. Notar, saber, que la vida pasa rápido y tempus fugit sin sentido, porque no se aprovecha y sin embargo, se escapa.
Etiquetas: Introspecciones
3 comentarios:
está bueno eso de tener la felicidad en una botella, es transportable!!
Y mirá vos, con un día de diferencia las dos hablamos de la fugacidad del tiempo.
en cuántas botellas de vino compartido??? :P
hablando en serio. es tan cierto que el tiempo se escapa, y que la vara con que se mide puede solamente pertenecer a una sonrisa. aprovechemos.
o releámosnos cuando sintamos que hay demasiadas migajas que nos separan...
uf... me recordaste a mi hermano menor... yo tenía 5 la primera vez que se fué, 6 cuando partío de verdad al mundo... 17 cuando volvió a la casa y desde que tengo 25 y que no estoy vivimos separados en dos países distintos... verlo reir es siempre verlo de 16... que pena que me da!
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