Ya era hora
Me tomo una semana de vacaciones para sentirme mejor, para dedicarme a mí misma, hacer cosas que nunca hago. Quiero tener tiempo para escribir, para pensar, leer, mirarme al espejo y pasear. Y acabo sintiéndome sola, durmiendo hasta que me duele la cabeza y evadiendo el momento de pensar, viendo películas de Clark Gable, tapándome con el falso visón en el sofá.
Y supongo que ya era hora de volver a entrar en mi piel, de escribir de nuevo cómo me siento. La del sábado fue una mala noche, no supe estar a la altura de casi nada, ni siquiera pude mantenerme lo suficientemente sobria como para pensar con claridad. Supongo que incluso en las épocas extrañas y en los estados de excepción llega un momento en el que es necesario ponerse de pie, comenzar a ordenar estanterias mentales, darle un lugar a cada cosa. Es patético tener 24 años para aprender a ser una buena amiga y aún así no aprenderlo. Hoy me levanté mitad triste y mitad esperanzada. No llegué tarde al trabajo, hice las cosas bien, traté de organizar mis miedos, mis fallos. Y aún así me angustio, porque no sé cómo pedirte disculpas, creo que el daño ya está hecho, y que he mostrado una parte de mí fea, fea. Cambio y corto, en parlem.
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