El enésimo regreso fugaz de eme
He perdido la cuenta de los días que llevo en estado de excepción. Ya no sé tomar medida de la anormalidad que habita en mi normalidad y va conquistando parcelitas subrepticiamente. Me pregunto si lo que tomo por raro no será mi propia rareza al interpretar mi contexto. Soy yo quien lo ve todo raro. Me apasiono por detalles universalmente insignificantes, como siempre, mi placer son instantes pequeños, mis esperanzas crecen como un globo rosa a punto de estallar, y mis pasos son cada vez más diminutos. Aprendo cosas, me fascino con la piel cambiante del cielo, me enamoro de bebés miopes. Pierdo el tiempo, anhelo momentos, se me nubla la vista. Mis nudillos le parecen a mi madre cada día más huesudos, más blancos y más fríos.
Estas últimas semanas tuve muchas cosas en mente, más de lo que acostumbro... lo que siempre tiende a turbarme y a hacerme desaparecer del blog. Sospecho que no resisto bien la presión. Sin embargo, creo que emergí de todas esas cosas con la frente alta y algo parecido al orgullo pintando las mejillas con ese colorete rosa fucsia que tanto me gusta. También emergí con gripe, que aprovechó la relajación para colonizar este cuerpecillo con legiones de influenza y mocos. Me imagino al virus como un hombrecillo peludo, armado e irritante. Siempre me imagino las cosas en colorines, qué lástima no saber dibujar.
Anécdota gripal: Tuve fiebre alta por primera vez en quince años, ni siquiera recordaba qué se siente. No me gustó.
Buenas noticias: Viajes en perspectiva, esperadísimos reencuentros en mente, ropa nueva en el armario...
2 comentarios:
debe ser un hombrecillo peludo, si, y no tan lindo como el hombrecillo de pan.
:D
Lindo para nada... feo, feo, feo. Y con mocos.
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