Inmenso Andrés
NOTA: La foto me la cede Sergi, que es un solete y la hizo anoche desde su lugar privilegiado de fotógrafo de prensa...
Me levanto esta mañana de viernes (viernes de garganta irritada y dolor de cabeza) con las notas de Flaca sonando todavía en mi cabeza. No es el tema de Andrés que más me gusta, pero fue de las últimas que llenaron anoche el Palau Sant Jordi, y recordarlo a la mañana siguiente es como un último latigazo de emoción. Me encanta pensar en la música como algo corpóreo, que llena los espacios, colmándolos e incluso desbordando sus límites. Si comienzo a describir el concierto, corro el riesgo de caer en la enumeración de temas, al intentar evitar los dispendios de cursilería, así que me limito a decir que Calamaro estuvo espléndido, que le puso a cada canción algo especial y que me encantó. Tuve piel de gallina y las lágrimas agarradas a las pestañas durante las dos horas que duró el concierto, pero sobre todo, sobre todo, me sentí feliz. Creo que la felicidad generalmente es retrospectiva, pero en ese momento perfecto, era consciente de sus matices.
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