Introspecciones
No hay nada peor que la cobardía disfrazada de inevitabilidad. Eso es lo que he pensado hace unos dos minutos, volviendo a ciertos recuerdos inconexos. Lamentarse de que las cosas no ocurran, decir "si te hubiera conocido antes", por ejemplo, es ser cobarde, apelando a un estado pretérito que modificaría los conceptos, en caso de que el contexto actual irrepetible pudiera transplantarse a un pasado hipotético. Mentira. Eso es ser cobarde. Cuando algo se quiere, debe quererse, y no defenderse de la osadía alegando imposibilidad. Y si algo no se puede, es que tal vez no se quiera en realidad.
Yo creo en los deseos intensos y efímeros, creo en esos instantes redondos en que las voluntades se imponen a todo. Creo en querer y en no querer, pero no en querer y no poder por imposibilidades propias. Creo en la honestidad con uno mismo, en no mentir nunca hacia adentro. Hacia afuera, la mentira es todo un arte, pero introspectivamente, es miserable.
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