Tormentas Paradigmáticas

Aquellas perturbaciones que se ajustan a mi propia idea mental del concepto tormenta...

viernes, mayo 04, 2007

Como una canica

Un mes parecía un siglo cuando colgué el teléfono y respiré hondo. Una espera picante y casi dolorosa que hacía bullir esa impaciencia que siempre reside en mí. Un mes, cuatro semanas, treinta días, setecientas veinte horas, cuarenta y tres mil doscientos minutos, más de dos millones y medio de segundos, de manecillas corriendo y números digitales parpadeando antes de ponerme esas medias de crochet, esas botas altas, ese vestido negro y minúsculo. Antes de meterme en la ducha y untarme de la cabeza a los pies con crema con olor de vainilla. Siempre me gustó oler a postre.

Un mes administrando la prisa, cortando la ansiedad a trozos pequeños, congelando en pequeños tuppers las ilusiones. Un mes entero para definir mis intenciones, para tomar decisiones bien tomadas, calcular y controlar. M me decía por las mañanas, frente a un café con leche y un periódico gratuito, cuando le contaba mis planes excitados y semi-dudosos, que mi cuidado por los detalles debería ser paradigma. Para mí es dogma. Cualquier cosa fuera de su lugar natural es presagio de un desastre inminente, una grieta en una seguridad que cuesta mucho esfuerzo y estoicismo construir. Los detalles deben mimarse, la vida se hace de detalles precisos. Agarré con fuerza el asa de mi bolso de mano. Junté las piernas al bajar del taxi. Me abroché el abrigo rojo hasta el cuello. Apreté el estómago, levanté la cabeza, bajé la barbilla al pecho. Caminé con un pie delante del otro por el suelo de madera. Abrí la puerta de cristal con decisión estudiada. Miré al camarero a los ojos.

"Un señor la está esperando"

Y ahí, justo ahí, se fueron a la mierda las defensas, las tres capas de rímel, la manicura perfecta, la serenidad autoimpuesta. Los minutos y mi metabolismo se atolondraron, la vida galopaba. Los detalles se disolvieron en favor de una noche redonda, redonda. Redonda, brillante, cristalina, como una canica.

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5 comentarios:

A las 4/5/07 19:33 , Blogger Alex ha dicho...

el problema es que de tan sublime me quedo sin palabras. No hay grieta en este relato, el único peligro inminente es que yo me convierta en una lectora tan maravillada que no pueda más que asentir asombrada ante el despliegue perfecto de palabras y sentidos. Y ese gesto no lo vas a poder ver.

 
A las 6/5/07 13:30 , Blogger Malenita ha dicho...

Uy, Alex. Me sonrojaste. Como siempre, gracias por venir a decir cosas bonitas. Cualquier día te cuento en privé lo que (soñé que) continuaba. Besitos!

 
A las 6/5/07 16:48 , Blogger zorgin ha dicho...

pues sí, la diferencia la hacen los detalles.

 
A las 7/5/07 00:03 , Blogger Ginger ha dicho...

a) Yo quiero medias de crochet porque vivo con los pies fríos
b)También un abrigo rojo, y de ser posible una cartera y botas rojas tambièn.
c)Ahora no me contàs como terminò la noche y te asesino. (es que soy poco imaginativa)

 
A las 7/5/07 09:33 , Blogger Malenita ha dicho...

Zor: La diferencia más total y asombrosa.

Gin: Lo de los pies fríos es femini-crónico, creo yo. Pero tampoco creas que el crochet abriga mucho, con tanto agujerito. Mis botas son negras, con mucha punta y mucho taconazo. Si usas un 38 te las presto para una noche-canica con tu marido u otro señor interesante. (Te lo cuento en un mail)

 

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