No soy torpe, es narcohipnia
Este año, y por gentileza de mi señora madre, tengo en el trabajo un calendario de sobremesa, de arrancar diariamente las hojitas (¿será alguna horrible alegoría otoñal?). Es de esos de una palabra al día, pero con términos médicos. No, no es que quiera agravar mi hipocondria, sino que ella lo consiguió a su vez por gentileza de algún representante de algún laboratorio de algún medicamento que pasó por su consulta, y altruista como sólo una mami puede ser, me lo regaló.
Hoy he aprendido que tengo narcohipnia (¿qué dije sobre la hipocondria? voy a tener que comerme mis palabras, lo sé), y por eso mis piernas se adornan con moretones diversos y en distintos grados de intensidad de color (del berenjena de temporada al amarillo más démodé). No mantengo más el suspense: según Mr. Stedman, es el entorpecimiento general que se experimenta cuando te despiertas. Así que hoy grito al mundo: no soy torpe, es narcohipnia, y si tropiezo con todo no es mi culpa... ¿qué responsabilidad puedo tener yo sobre el hecho de que la vida es sueño y los sueños, sueños son? Gracias, señor de la Barca.
NOTA PEDANTE: Ayer aprendí lo que era la maniobra de Hallpike, una prueba para ver si lo que tienes es vértigo u otra cosa, cuando sientes una sensación de mareo de esas raras, vaya, que no sabes lo que te pasa. Si al pasar de posición sentada a posición erguida con la cabeza inclinada hacia un lado, sientes mareo o desvanecimientos, es síntoma de vértigo. Toma ya.
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