Tormentas Paradigmáticas

Aquellas perturbaciones que se ajustan a mi propia idea mental del concepto tormenta...

jueves, junio 15, 2006

Iniciales

Tengo ganas de muchas cosas. En condiciones normales, haría un listado largo y exhaustivo, pero este jueves me siento poco analítica y muy introspectiva, y creo que me encuentro más proclive a hablar de personas que quiero y con las que necesitaría interactuar un dia medio grisáceo como hoy.

Por ejemplo, me apetece muchísimo tomar un café con mi A de toda la vida, y hablar y hablar y hablar del bebé que le crece en el vientre, y de todo lo que eso conlleva en su vida y en la de P. Íbamos juntas a la guardería: una semana nos llevaba mi madre con su R5 azul, y la siguiente su abuelo, con su furgonetita de color natilla. Nos peleábamos bastante en aquellos años, porque ella siempre fue más decidida que yo, que era una cría bastante ñoña y marisabidilla y lloraba por demasiadas cosas. Después, dejamos de pelear y comenzamos a querernos. Y ahora será mamá, mientras a mí todavía me quedan muchos meses de cruzar los dedos mientras espero la regla. Meras faltas de sincronía en vidas que habían sido casi paralelas.

También me apetece ver el piso nuevo de la delicada y transparente M, con su francés solidario incluido, y analizar este viraje que ha dado su contexto en los últimos meses, imprevisto hasta el punto que se desconoce a sí misma de un modo muy divertido. Y hablar con la cada día más estupenda A, y que nos cuente sus cosas de más al norte, llenas de chicos nuevos, de trabajos interesantes, de películas gafapastosas. Y que podamos reirnos las tres, porque todo es leve en realidad y el cinismo nos lo permite, sobre todo, en los escasos instantes que pasamos juntas.

Además, debería repetirle a R que los segundos a su lado nunca parecen suficientes.

Me gustaría retomar conversaciones que dejé a medias. Con el especialísimo A, por ejemplo. Son conversaciones sobre uno mismo, en las que se deja hablar al otro por simple educación, que nunca acaban, porque nunca se habla suficiente sobre los propios defectos y virtudes, y los nuestros son muy a menudo compartidos. A me regaló por mi cumpleaños un libro de Roberto, diciéndome que era casi tan bueno como Julio. A es un tipo delgado de mirada intensa, con muchos rincones en su interior donde no llega la luz, pero sabe de lo que habla cuando habla de libros.

Del rey D, hace mucho que no sé nada de verdad, más allá de apuntes superficiales. Pero ya me acostumbré a tener de él una sola dosis intensiva al año, una terapia de shock que me deja medio confundida, pero al fin y al cabo, contenta de que se pase por mi vida, como una brisa tibia. Cuando le vea, le daré un abrazo y algunos besos, y desearía que fuese pronto, porque su joie de vivre se adhiere como la purpurina.


NOTA FINAL: Por último, ahora, que es jueves y tengo todavía una cierta nostalgia, me gustaría mucho regresar un instante a la quinta, y reírme fuerte con L, con P y con N. De todo y de nada, simplemente de sentirme tan feliz en tiempo real, aunque sea de un modo efímero y sin perspectiva.

1 comentarios:

A las 21/6/06 10:58 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Simplement, encantador...
Un petoniku des de la Garrotxa!!!

 

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