Tormentas Paradigmáticas

Aquellas perturbaciones que se ajustan a mi propia idea mental del concepto tormenta...

jueves, enero 12, 2006

El año de la paz espiritual y los tacos de notas


Ya tengo dos calendarios de arrancar hojitas. Hace pocos días me regalaron uno nuevo, de Aleida, una tira cómica de Vladdo, caricaturista colombiano nacido en Armenia. Me encantó el regalo, no sólo porque me gusta que la gente que quiero piense en mí, sino también porque el calendario es divertido, de reírse de las realidades miserablemente risibles de la vida y las relaciones, y sobre todo, bonito, con colores suaves y trazos limpios, aunque la cara de la chica no me causa tanta gracia como las de Maitena, que son como más personales y autosatíricas. Antes, cuando estaba en la facultad, tuve un calendario de taco de Mafalda, mi favoritísima entre las favoritísimas desde que mi vida era una insignificancia temporal. Cada día, arrancaba la hoja correspondiente, pero no la tiraba, sino que la guardaba en un sobre. Con las tiras, me forré una carpeta, maníaca compulsiva del mafaldismo. De hecho, mi obsesión llegó a límites preocupantes el año pasado, cuando estuve en Argentina por primera vez: me compré todo (y Dani y mi visa son testigos: TODO) lo que encontré sobre Mafalda, incluido un delantal bastante absurdo.

Volviendo a Vladdo, además de dibujar a Aleida, tiene una viñeta diaria en un periódico colombiano, que me ha gustado bastante, aunque como no sé casi nada de la vida política de ese país, hay algunas historietas que no entiendo del todo. En cualquier caso, las que hablan sobre temas sociales, el terrorismo o las guerras son universalmente entendibles, así que cuelgo una que me ha gustado especialmente de la galería que tiene en su web.

Por último, para dar la razón al título del post: la paz espiritual. Los reyes magos no me trajeron casi nada, con la vil excusa de que ya soy mayor, pero unos días después de reyes, van y me regalan un jardín zen: con sus piedras, su arena y su rastrillito. No me preguntéis por qué, pero siempre había querido tener uno. Ahora, aplanar la arena blanca y hacerle surcos (cual arado urbano y casero) es una de las actividades de reposo mental más gratificante de mi hogar unipersonal, además de contribuir al buen rollo, tan minimalista y sereno...

NOTA: Como este.




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