Tormentas Paradigmáticas

Aquellas perturbaciones que se ajustan a mi propia idea mental del concepto tormenta...

lunes, octubre 30, 2006

Irracionales, intensos amores desatados

Cuando algo me apasiona de verdad, me cuesta encontrar las palabras para describirlo, siempre me parece que me quedo corta, que no expreso suficientemente bien cómo ese objeto de mi amor me sacude por dentro. En esos momentos, suelo callarme, no compartir mis afectos, y atesorarlos con avaricia. Como decía Borges, pero con otras palabras, cuando me gusta tanto algo, me siento celosa de que a alguien más pueda gustarle, y me molesta de verdad que guste a muchos. Eso me pasa con Buenos Aires, con la Biblioteca Pública de NYC, con CSI, con House, con la música de Calamaro, con algunos tangos, con Mafalda, y con algunas otras cosas que no vienen al caso.

Desde hace muchos años, cada vez que paso por delante de esa tapia junto a la carretera, levanto la cabeza tratando de atisbar entre los árboles un trozo de fachada, la planta completa del edificio, el jardín. Casi nunca pude ver nada más allá de un tejado de cuatro aguas, de tejas de color salmón. Me fascinaba la casa Fontcuberta, enorme, y la historia de esa familia que se enriqueció con una fábrica textil en plena postguerra. Enriquecerse lo suficiente para pasar de un nivel de vida modesto a formar parte de la burguesía local, y para hacerse construir un palacete extremadamente lujoso, atendido por siete criados y en el que sólo vivía un matrimonio que no tuvo hijos. Luego, el negocio cerró. Con los años, la pareja murió, la casa quedó deshabitada y la heredaron unos sobrinos, que ni siquiera viven en ella.
La casa Fontcuberta era una de esas cosas que forman parte del paisaje sentimental de uno mismo, que en mi adolescencia me provocaba una curiosidad morbosa, una pasión sin límites. Quería, necesitaba saber más cosas, añadir datos a mi base de ídem mental, ver algo más allá del muro, conocer detalles, entrar en la casa, heredarla por algún milagro dinástico. Luego, cuando dejé de pasar por delante, se difuminó levemente en mi memoria, hasta que el viernes mi mamá me dijo que había una exposición sobre la casa, porque era una de las principales obras de un arquitecto de Tortosa, Josep Maria Franquet, que la proyectó en 1943. Vi fotografías, escruté los planos originales, absorbí cada detalle de la decoración, de la arquitectura, me llené los ojos y la imaginación.
Mirando las fotos, me sentía como si hubiera entrado. Casi podía imaginarme el ruido de mis pasos en el mármol, la perspectiva de las lámparas de cristal levantando los ojos desde el hall con sus enormes columnas y su escalera abierta, el frondoso abandono del jardín, el olor a cerrado de las muchísimas habitaciones. Incluso, mirando atrás, podía oir las risas de los invitados durante las cenas en el comedor, los relojes de pared haciendo tic-tac en la noche, las tuberías de la calefacción sonando con ruidos huecos, la señora viviendo en una de las habitaciones del servicio durante los últimos años de su vida. No sé lo que daría por entrar en esa casa. Y cómo me jode que ahora cualquiera pueda verla, sin sentirse igual y tal vez menospreciando lo que ve, con solo entrar en esa exposición, que además es gratis.
COSAS INTERESANTES: 1250 metros cuadrados edificados, 11.800 metros cuadrados de jardín. Proyectada en 1943 por el arquitecto Josep Maria Franquet (1910-1984), que también se encargó de proyectar la fábrica textil Fontcuberta. El proyecto de la vivienda fue publicado en el número 3 de la revista Quaderns d'Arquitectura, boletín del Colegio de Arquitectos de Cataluña. Los jardines eran un diseño de Nicolau Rubió i Tudurí, director de Parcs i Jardins de Barcelona, y en ellos se encuentran numerosas especies exóticas, traídas de diferentes partes del mundo. Por lo menos 7 personas trabajaban a tiempo completo en el cuidado de la casa, aunque en ella solamente vivían Salvador Fontcuberta y su esposa. En sus interiores se han rodado películas.

3 comentarios:

A las 30/10/06 22:01 , Blogger zorgin ha dicho...

Te diré que tengo los mismos sentimientos, no importa por qué cosas, pero iguales, se me ha tildado de ridículo y hasta inmaduro, y he optado por cerrar la boca, pero interiormente los describiria casi como celos...
Por otra parte, para algunos, como yo, que desconociamos por completo de la construccion al otro lado de la tapia, pues nos has hecho de anfitriona y te estoy muy agradecido por compartirla.

 
A las 1/11/06 14:53 , Blogger atandocabos ha dicho...

no pareciera que no encontrás las palabras justas para mostrar que algo te apasiona. no no. queda muy clarito que sí sabés decirlo.
;)

 
A las 28/3/10 11:37 , Anonymous Anónimo ha dicho...

si que es una casa preciosa,lo sé porque yo viví allí.

 

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