Ya no hay cartas de amor
Tengo un abrecartas. Siempre quise utilizar uno para abrir los sobres. Cuando era niña, me parecía el colmo de la sofisticación tener un abrecartas plateado y afilado, que pudiera servir, en caso de necesidad, como arma de un crimen, pasional, por supuesto. La culminación del femme fatalismo... eso y pintarme los labios de oscuro. Ahora soy mayor de lo que quisiera, teniendo en cuenta lo rápido que pasa el tiempo, y está recostado sobre mi escritorio: con su hoja larga que se estrecha en la punta, con su empuñadura gruesa adornada de piedrecitas verdes. También me pinto los labios, a veces incluso de color vino o sangre coagulada. Pero los e-mails no se prestan a ser apuñalados con el abrecartas, y los pocos sobres que recibo por correo ordinario no son especialmente atractivos, no se merecen ese corte, ese desgarro, ese raaaas del papel grueso rasgado. Ya no hay cartas de amor. Y si las hubiera, seguro que la impaciencia que domina casi todos mis actos me haría abrirlas precipitadamente, sin acordarme de que tengo un utensilio específicamente diseñado para tal fin. Así que mi abrecartas está sin estrenar. Definitivamente, no soy una femme fatale.
3 comentarios:
yo creo que sí,
espere, algun día llegará la carta adecuada.
mientras tanto practique con tarjetas navideñas, ya es la época.
Yo tenía un abrecartas que era una espada y fue usado muchas veces. No como abrecartas, sinó como arma en las peleas de mis hijos. Hermoso mi abrecartas. Lástima que lo tuve que hacer desaparecer antes que desaparezca el ojo de alguno.
Zorgin: Digamos que los mensajes llegan, pero el formato no es el deseable para utilizar el abrecartas!
Ginger: Ante la duda, sí, mejor esconderlo un poco, nadie quiere heridas de importancia en las peleas domésticas. Y si un día llega una carta susceptible de abrirse con él, se saca y listos.
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