Mudanza
Se trata de que yo voy metiendo en cajas lo que era mi vida, lo precinto y etiqueto, y un señor se las lleva, las mete en un camión y las deja en el guardamuebles en que va a convertirse la casa de mis padres, con 200 kilómetros por medio. Entonces cerraré la puerta, devolveré las llaves a la gente de la inmobiliaria y ese piso que ha sido durante cinco años mi rutina y mi cotidianidad será un piso vacío más, al que me vincule más bien poco. Seguramente, aprovecharán mi marcha para reformarlo y triplicar el alquiler. Me gustaría ser yo misma quien arrancase los espantosos azulejos del baño, con ese absurdo adorno de disney que tanto me horrorizó la primera vez que entré y que ya ni siquiera veo, a fuerza de verlo día tras día.
Tal vez dentro de un tiempo pase por delante del edificio y mire hacia arriba y piense "ahí vivía yo" y casi no pueda ni creérmelo, como me pasa con otras cosas, más corpóreas, de mi vida pasada y sin embargo, tan reciente.