Tormentas Paradigmáticas

Aquellas perturbaciones que se ajustan a mi propia idea mental del concepto tormenta...

viernes, abril 03, 2009

La ausencia injustificada

Ni esa, para mí nueva, actividad llamada facebook, ni los preparativos de algo que quería simple y se complica por momentos, ni el súbito pluriempleo, ni las horas que me roban el amor arrebatado y su ínclita presencia. Ni siquiera esta primavera que va y viene. Nada justifica el hecho de no escribir. Porque ser feliz no es motivo suficiente.

Debería haber narrado a su debido tiempo cómo me siento al despertarme y ver que mi vida es otra, que ha mutado sin dejar de ser la misma, caleidoscópicamente, convirtiéndose en algo tan bello que a veces me duele y me aterra a partes iguales. Tendría que dejar constancia día a día de las palpitaciones absurdas de mi corazón cuando me mira con su inmutable sonrisa. De eso y de todas las cosas pequeñas que me pasan cada día, porque esta ciudad es puro cambio para mí, y tiene esos detalles que me hacen amarla y odiarla con la intensidad con la que sólo se odia y se ama lo que se ha odiado y amado a partes iguales desde la niñez.

Me siento extraña, joven y vieja a la vez. Nostálgica, hipersensibilizada, llorona, delicada. Y a la vez, fuerte, mejor. A menudo me despierto y sé que he soñado que estaba en Barcelona, y entonces echo de menos de un modo raro mi ático amarillo, el primer espacio al que llamé mío, y donde no siempre fui feliz, pero a veces sí. Pienso de repente en personas a las que probablemente no vuelva a ver, como la señora Dolores, o Manuela, la portera. Y pienso en un paraguas rojo, y en los bichitos del polvo detrás del puf azul. Y en subir los cuatro pisos con bolsas de la compra. En la visita de Dani, en las noches de chicas. En las cenas sola, pegada al teléfono con H durante horas que parecían minutos. En las noches de domingo, mirándole y deseando que el tiempo no pasara. Y súbitamente, estoy aquí, a su lado, y temo que llegue un día en que la costumbre haga que no sea capaz de valorar lo cotidiano en su auténtica dimensión de extraordinario y de divino.