Tormentas Paradigmáticas

Aquellas perturbaciones que se ajustan a mi propia idea mental del concepto tormenta...

martes, octubre 13, 2009

Los viejos diarios y la adolescencia que asalta como un monstruo feroz

Hoy, tras un fin de semana en casa de mis padres, me puse a releer los diarios que escribí cuando era una niña, entre los años 90 y 2000. Diez años que se resumen en cinco cuadernos gruesos, repletos de entradas de cine, cartas de amigos, recuerdos variopintos y textos cambiantes. Mi adolescencia entera en tinta azul de estilográfica que dibuja dudas, miedos y cambios en una caligrafía redonda, que a veces se inclina y con el paso de los años se empequeñece y se vuelve cursiva y en algunos tramos ilegible.

Leyendo mis propios textos, he recordado cómo amaba, qué sentía y qué era yo, avergonzándome y emocionándome a la vez por las banalidades y las trascendencias. Como Amélie Nothomb, tenía hambre. De sensaciones, conocimientos, experiencias, amor, de pura vida en definitiva. Construía mi mundo paso a paso, queriendo ser alguien diferente cada día, creyendo que cada fascinación era la auténtica. Pero no, claro. Sólo era una niña que la mayoría de las veces pensaba como una adulta que tenía claro que era aún una niña.

Ahora no puedo evitar sentir que soy otra persona, y me asalta una leve angustia, como una brida en la boca del estómago. Mezcla de nostalgia, vergüenza, irrealidad. Tengo 28 años y estos flashbacks me corroboran que nunca aprenderé a asumir las cosas y a revestirlas de irrelevancia, que siempre seré así, como una herida abierta.