El día menos pensado
Hace ya algunos días que no me despierto ni me voy a dormir con esa ansiedad por lo que no tengo y sin embargo quiero. Una ansiedad que es estimulante y que suele exasperarme e inspirarme a partes iguales. Me siento más tranquila, administrando mejor mis deseos de lo que acostumbro, y es bueno porque significa una vez más que el tiempo dispone y gestiona los anhelos. Y malo, porque me acomoda en la normalidad, y no hace más que tirar cubos de arena fina encima de unos deseos inoportunos, desestabilizadores, que tarde o temprano acabarán emergiendo con fuerza. Porque no son agotados, rechazados, sino dormidos, aletargados... hibernando en una primavera rara. Cualquier día, un timbre y un terciopelo fracturan la capa de hielo, el glaseado o lo que sea... y el alud comienza a formarse de nuevo, arrastrando las rutinas, haciendo una bola con las sensaciones. Cualquier día. El día menos pensado.
Etiquetas: Introspecciones