Tormentas Paradigmáticas

Aquellas perturbaciones que se ajustan a mi propia idea mental del concepto tormenta...

lunes, febrero 19, 2007

Como un boudoir

Granates, rosas, dorados y encaje en la pared. Luz ténue, cava frío en copa flauta. Mi casa es hoy un lugar más íntimo, más perverso. Bienvenidos otra vez, quítense el abrigo, suéltense las corbatas.

jueves, febrero 15, 2007

Prematura y precoz primavera

Sigue siendo febrero, pero la primavera ya me acaricia con cuidado, con un gesto tibio inesperado y sorprendente. Quiero más sol reflejado en el mar por la mañana, quiero mediodías de brisa ligera, quiero ropa de color de rosa y la respiración agitada porque el corazón se desboca y es difícil que se acompasen.

miércoles, febrero 14, 2007

Qué más dará hoy que otro día

Me importa una mierda que hoy sea 14, 25 o 31, hay cosas que me enamoran de ti cada día. Pero sé que te gustará que te lo diga en voz alta desde aquí, y que aunque esta noche no hagamos el amor, te dormirás conmigo, pensarás en mí.

viernes, febrero 09, 2007

Hay cosas que no. Por ahí sí que no. Eso sí que no. Aunque luego, al final, las circunstancias, el contexto, la coyuntura, dan a luz un tímido, pero un . Un bueno, vale, de acuerdo, que son un tapadito. Un asentimiento imperceptible que se asienta y se reafirma en su propio significado rotundo. Y luego, como un alud de ideas y hechos confusos, todo se precipita.

Síes pequeños que se esconden tras los pliegues de esa ropa satinada, con listas doradas que cruzan el satén longitudinalmente. Síes traviesos bajo las blondas, envolviendo los encajes de los puños. Un que es en cierto modo un no, entreabriendo una puerta que si se cierra de golpe te corta un dedo. Pero si no se cierra... cuánta purpurina flotando en el aire habría en ese ratito.

jueves, febrero 08, 2007

Más uffff

Salía de comer del restaurante chino, feo y un poco asqueroso, que hay en Vía Augusta, muy cerca de la oficina, cuando se ha puesto a llover finito. Esta mañana hacía un sol relativo, y he dejado la terraza llena de ropa tendida, así que a estas horas ya habrá pasado por un prelavado celestial, eso si la superpoblación de palomas la ha evitado en sus continuas defecaciones. Además, he sido oportunísima al vestirme esta mañana, con unos pantalones grises de los que arrastran un poco el dobladillo por el suelo: llegaré a casa con el bajo del pantalón sucio y empapado. No me importa que llueva, pero que avise, coño.

Me duelen ligeramente diferentes partes del cuerpo, como la mandíbula, las rodillas o las cervicales. Estoy picajosa y susceptible y tengo ganas de quejarme por las cosas. Gritaría un poco incluso, si eso no fuera a alarmar a Mercedes, que escribe pausada a mi lado. No sé de qué tengo ganas hoy, pero desde luego, no de lo que me queda por hacer. Emitamos juntos un UUUFFF grandote en honor a mi incomodidad presente.

Deseos: Tomar un té con Marta y con tiempo antes de entrar en hatha. Hacer los recados velozmente para poder estar en casa un ratito. Que sea el martes por la noche y se acabe una de mis preocupaciones. Ver películas acurrucada en el sofá mientras me esmalto las uñas. Ponerme un vestido negro ajustado, unos zapatos altos, unos pendientes largos y tener una ocasión que merezca salir a la calle así.

Uff

Presiento que me estoy cansando de este template turquesa. Debería hacer de nuevo reformas en casa, encontrar algo que no me ofenda cuando lo miro después de unos días fuera. Algo beige. Miraré a ver.

miércoles, febrero 07, 2007

El enésimo regreso fugaz de eme

He perdido la cuenta de los días que llevo en estado de excepción. Ya no sé tomar medida de la anormalidad que habita en mi normalidad y va conquistando parcelitas subrepticiamente. Me pregunto si lo que tomo por raro no será mi propia rareza al interpretar mi contexto. Soy yo quien lo ve todo raro. Me apasiono por detalles universalmente insignificantes, como siempre, mi placer son instantes pequeños, mis esperanzas crecen como un globo rosa a punto de estallar, y mis pasos son cada vez más diminutos. Aprendo cosas, me fascino con la piel cambiante del cielo, me enamoro de bebés miopes. Pierdo el tiempo, anhelo momentos, se me nubla la vista. Mis nudillos le parecen a mi madre cada día más huesudos, más blancos y más fríos.

Estas últimas semanas tuve muchas cosas en mente, más de lo que acostumbro... lo que siempre tiende a turbarme y a hacerme desaparecer del blog. Sospecho que no resisto bien la presión. Sin embargo, creo que emergí de todas esas cosas con la frente alta y algo parecido al orgullo pintando las mejillas con ese colorete rosa fucsia que tanto me gusta. También emergí con gripe, que aprovechó la relajación para colonizar este cuerpecillo con legiones de influenza y mocos. Me imagino al virus como un hombrecillo peludo, armado e irritante. Siempre me imagino las cosas en colorines, qué lástima no saber dibujar.

Anécdota gripal: Tuve fiebre alta por primera vez en quince años, ni siquiera recordaba qué se siente. No me gustó.
Buenas noticias: Viajes en perspectiva, esperadísimos reencuentros en mente, ropa nueva en el armario...