Párrafos aislados
Me pregunto cuántos formularios habré rellenado en 25 años. Cientos, miles de ellos. Para recibir información, para pedir documentación oficial, para matricularme en cursos, para suscribirme a revistas, servicios, sites. Miles de veces los mismos datos, en mayúsculas, cada letra en un cuadrito. A veces, mi nombre completo con todas sus catorce letras, otras, sólo cinco. Y los apellidos, a veces con I entre ellos y a veces sin.
No me gusta escribir con bolígrafos normales, sólo con estilográficas o rollers, que suelten mucha tinta. En el papel satinado, la estilográfica no pinta bien, la tinta tarda mucho en secarse. El lápiz tampoco va bien, ni siquiera los duros. Pintan muy fino o muy claro. Mi manera favorita de escribir es con una estilográfica de trazo grueso, en tinta negra, sobre un papel poroso y un poco verjurado, blanco blanquísimo o en tono crema, sin pauta. Escribo con letras atadas y cursivas, y con algunas mayúsculas originales, pero siempre en un estilo caligráfico. A veces tengo una caligrafía nefasta, y otras veces, me gusta como queda un texto escrito por mi mano. Me pone nerviosa que la tinta no fluya suficientemente bien. Me enerva que el papel no absorba. Odio cuando la punta del utensilio de escritura no corre bien. Me molesta también cuando la tinta o el papel tienen un olor demasiado intenso.
Empecé clases de yoga. Y me sentí muy bien sentada con las piernas cruzadas, en un entorno de luz cálida y ténue que olía a incienso, concentrada en cómo respiro y enfocando los dos ojos visibles hacia un tercero que no sabía seguro que tuviera. Estirando los músculos, ejercitando mi postura, pensando y serenando cada milímetro del cuerpo. Me sentí realmente bien, y después caminé en modo flotante hasta casa, oyendo canciones de una nueva lista de reproducción, un listadito de temas que me dan sosiego y ponen en práctica mi nueva faceta de suspiradora. (Gracias, Barb) Marta estaba detrás de mí en la clase y me dijo luego que se me veía pausada y consciente mientras hacía los ejercicios. Me alegro, porque me sentía así. Eso sí, no canté ni un mantra.