Tormentas Paradigmáticas

Aquellas perturbaciones que se ajustan a mi propia idea mental del concepto tormenta...

miércoles, enero 17, 2007

Párrafos aislados

Me pregunto cuántos formularios habré rellenado en 25 años. Cientos, miles de ellos. Para recibir información, para pedir documentación oficial, para matricularme en cursos, para suscribirme a revistas, servicios, sites. Miles de veces los mismos datos, en mayúsculas, cada letra en un cuadrito. A veces, mi nombre completo con todas sus catorce letras, otras, sólo cinco. Y los apellidos, a veces con I entre ellos y a veces sin.

No me gusta escribir con bolígrafos normales, sólo con estilográficas o rollers, que suelten mucha tinta. En el papel satinado, la estilográfica no pinta bien, la tinta tarda mucho en secarse. El lápiz tampoco va bien, ni siquiera los duros. Pintan muy fino o muy claro. Mi manera favorita de escribir es con una estilográfica de trazo grueso, en tinta negra, sobre un papel poroso y un poco verjurado, blanco blanquísimo o en tono crema, sin pauta. Escribo con letras atadas y cursivas, y con algunas mayúsculas originales, pero siempre en un estilo caligráfico. A veces tengo una caligrafía nefasta, y otras veces, me gusta como queda un texto escrito por mi mano. Me pone nerviosa que la tinta no fluya suficientemente bien. Me enerva que el papel no absorba. Odio cuando la punta del utensilio de escritura no corre bien. Me molesta también cuando la tinta o el papel tienen un olor demasiado intenso.

Empecé clases de yoga. Y me sentí muy bien sentada con las piernas cruzadas, en un entorno de luz cálida y ténue que olía a incienso, concentrada en cómo respiro y enfocando los dos ojos visibles hacia un tercero que no sabía seguro que tuviera. Estirando los músculos, ejercitando mi postura, pensando y serenando cada milímetro del cuerpo. Me sentí realmente bien, y después caminé en modo flotante hasta casa, oyendo canciones de una nueva lista de reproducción, un listadito de temas que me dan sosiego y ponen en práctica mi nueva faceta de suspiradora. (Gracias, Barb) Marta estaba detrás de mí en la clase y me dijo luego que se me veía pausada y consciente mientras hacía los ejercicios. Me alegro, porque me sentía así. Eso sí, no canté ni un mantra.

Supongo que podría hacer como si nada. ¿Pero sabes qué? No me da la gana.

domingo, enero 14, 2007

Diurna sólo en días libres

Es mediodía de domingo y acabo de ponerme triste. Tristísima. Llevo puesta una sudadera con capucha de color azul marino y nadie me mira desde el marco de la puerta mientras tecleo mitad apática y mitad tensionada, con una rabia sin ganas que me da aún más rabia y menos ganas. Desde el viernes que no funciona la calefacción en mi piso, suerte que la avería ha coincidido con uno de estos altibajos de la temperatura en este extraño invierno y no se vuelve una necesidad imperiosa. Las cada vez más familiares hormigas de la ira se pasean nerviosamente por mi garganta, por mis labios cortados, por la boca de mi estómago. El escenario en el que transcurre esta sitcom que es mi vida se deforma como un reloj blando ante mis ojos incrédulos. Añadánle unas risas grabadas y una sintonía moderna, agiten un poco y tendrán el capítulo piloto de "Diurna sólo en días libres", con las justas dosis de esquizofrenia leve, histeria premenstrual, inconsistencias argumentales y grandes esperanzas. Coincidí con el señor Cohn en que ese sería un gran título para un libro de cuentos. Pero prefiero estar en la parrilla con Hugh Laurie que en un anaquel con Lucía Etxebarría. Últimamente, ando algo perdida.

Por qué estar mal, cuando podría estar tan bien. Pregunta que pasa de mi disgresión inconsciente a mi consciente, ascendiendo en niveles de importancia hasta que la idea se presenta ante mis ojos como un brillante neón, y pasa de mis vísceras a mis dedos y a la pantalla con una velocidad pasmosa. Por primera vez en meses, llevo la manicura sin hacer. Cuando la realidad se mira con ojos entrecerrados, y la sombra de las pestañas modifica el panorama, hay dos opciones para seguir adelante: cerrar los ojos o abrirlos del todo.

viernes, enero 12, 2007

Nena

Siempre me gustó que un hombre me llamara nena. Pero me abstengo de comentarlo en público, por esas connotaciones machistas que se supone se le aplican al término, sobre todo dicho como coletilla a una frase, con una ceja levantada y evidente seguridad en sí mismo. Debe ser uno de esos vestigios prehistóricos que perviven en mí, lidiando continuamente con la racionalidad.

Eso lo pensé hoy, después de comer. No sé por qué.

jueves, enero 04, 2007

Ganas

Ganas de sentirme entera, y no fragmentada, dividida, facetada, tallada en cristal frágil y policromado. Ganas de ser de un solo color y que éste sea el del cielo cuando anochece. Crucé los dedos y cerré los ojos mientras levantaba el pie para cruzar la frontera invisible que separa un año del otro, sintiéndome fuerte a cada instante y creciendo en mi idea de mí misma, como un alud que recoge más y más nieve. Muy al norte, con frío y los ojos llorosos, pero con una cierta paz de espíritu y una ardiente sensación bajo la piel. La felicidad tiene un nombre hermoso, y se construye de pequeñas cuentas brillantes, como un collar. Ojalá las perlas del mío estuvieran pegadas las unas a las otras para que apenas se viese el hilo de nylon que las une.


He pedido entusiasmo y decisión a los reyes magos, y espero que el frío no acabe de cortarme la cara en pedazos de aquí a la primavera. Deseo constancia, meticulosidad, claridad mental, energía. Anhelo esas cosquillas, esa paz. Volveré a dar la vuelta a la bola de nieve, y cuando la purpurina se precipite sobre un Estocolmo en miniatura, me acordaré de que soy solo una niña con las emociones en los estratos más superficiales. Una niña que anda de puntillas sobre caminos apenas esbozados, que tropieza con obstáculos invisibles, que habla con palabras extrañas y que se extasía ante artefactos inútiles, ante objetos ridículos, ante los colores vibrantes. Meramente, una niña diminuta, que no significa gran cosa. Aunque por suerte, he engañado a algunos para que crean lo contrario.